La llegada de Felipe V de Borbón modificó las estructuras del estado para implantar un modelo centralizado y absolutista para todos los territorios del Reino de España (con la excepción de los Señoríos Vascos y Navarra). Había que proporcionar nuevos símbolos. Fue Carlos III de Borbón (hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio) el que comenzó a utilizar la "Marcha de Granaderos" como la música con la que pasaba revista a las tropas, y comenzó a llevar como símbolo de su presencia la bandera de la Marina de Guerra española (que estaba construyendo para dominar América), en ella se aprecia el rojo de la sangre con la que se defiende el amarillo que representa el oro y las riquezas de América, aunque según los documentos, se cambió el blanco de la antigua bandera por el amarillo porque se veía mejor en el mar. También aparece la corona que está sobre los emblemas del Reino de Castilla y León, con cuya legislación se han integrado el resto de los territorios de la antigua Corona de Aragón.
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