Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que Vd. me hizo
el honor de dirigirme y que yo recibí con la mayor satisfacción. (...)
Tres siglos ha –dice Vd.– que empezaron las barbaridades que los
españoles cometieron en el grande hemisferio de colón. (...) El filantrópico obispo de Chiapas, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de
ellas, extractadas de las sumarias que siguieron en Sevilla a los
conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había
entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se
hicieron entre sí, como consta por los más sublimes historiadores de
aquel tiempo. (...)
El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una
recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de
nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de
España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no
obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía;
o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. Al
presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos
amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El
velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las
tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros
enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, América combate con
despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
(...) una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. (...) ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible? (...) ¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. (...)
(...) una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. (...) ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible? (...) ¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar América, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. (...)
Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada temeridad, porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. Europa misma por miras de sana política debería haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia, como España, parece que estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses. (...)
En consecuencia, nosotros esperábamos con razón que todas las naciones cultas se apresurarían a auxiliamos, para que adquiriésemos un bien cuyas ventajas son recíprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuán frustradas esperanzas! No sólo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del Norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, ¿porque hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la libertad del hemisferio de Colón? (...)
Simón Bolivar. Kingston, 6 de septiembre de 1815.
1. Clasifique el texto y explique las ideas fundamentales. (Puntuación máxima: 1,25 puntos).
2. Responda a las siguientes cuestiones que aparecen en el texto (puntuación máxima: 3 puntos):
La Emancipación de Hispanoamérica (antecedentes y causas, desarrollo y consecuencias).