«Las noticias de la situación en Barcelona eran ayer muy
alarmantes. La huelga de La Canadiense se ha extendido a otras compañías
de electricidad y a la general de aguas. La ciudad estuvo anoche a
obscuras» (ABC, 27 de febrero de 1919 en la página 10). Así comenzaba la
crónica de una de las jornadas más violentas del suceso que durante 44
días mantuvo en vilo a la Ciudad Condal y desencadenó la caída del
Gobierno de una de las figuras ilustres de la época, el conde de
Romanones, quien, en un gesto conciliador, firmó el 3 de abril de 1919
el «decreto de la jornada de ocho horas» (en vigor desde el 1 de octubre
de dicho año).
Los hechos se remontan a principios de febrero de ese
mismo año, cuando ocho trabajadores del personal de oficinas de La
Canadiense, una eléctrica de Barcelona, son despedidos por reclamar las
mismas condiciones salariales que sus colegas.
Solidarizados con la causa, 117 trabajadores de la
sección de facturación acuden al gobernador para solicitarle su
mediación. La respuesta fue, como se les prometió, inmediata: al
regresar a la sede de la compañía se encontraron a un grupo de policías
acordonando la entrada del edificio, prohibiéndoles el acceso. Todos los
allí presentes estaban despedidos. La noticia corrió de boca en boca y
las manifestaciones no tardaron en llegar.
La turbulenta huelga, dirigida por un comité de
trabajadores y miembros de la CNT, se extendió rápidamente a otros
colectivos y compañías energéticas. Después de intensas negociaciones,
con la ciudad ocupada por las tropas, el Gobierno logró convencer a la
directiva de La Canadiense para que readmitiera a los trabajadores
despedidos y aceptara sus reivindicaciones salariales. Pocos días
después se instauraba el decreto que regulaba la jornada laboral y el
conde de Romanones abandonaba su cargo.
Diario ABC 8 de octubre de 2009.
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La crisis del régimen de la I Restauración.
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