Estos componentes exteriores son tres: 1° Los oligarcas (los llamados primates), prohombres o notables de cada bando, que forman su «plana mayor», residentes ordinariamente en el centro; 2° Los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio; 3° El gobernador civil que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento. A esto se reduce fundamentalmente todo el artificio bajo cuya pesadumbre gime rendida y postrada la nación.
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida y encasillada en partidos. Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la nación, sería orgánica representante de ella, y no es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de ministerios, capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos
En las elecciones (…), no es el pueblo, sino las clases conservadoras y gobernantes, quienes falsifican el sufragio y corrompen el sistema, abusando de su posición, de su riqueza, de los resortes de la autoridad y del poder que, para dirigir desde él a las masas, les había sido entregado».
Joaquín Costa. Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España. Madrid, 1901.
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